El día que Jane conoció a Tarzán le dio una clase de sexualidad: - Mira, Tarzán, eso que tienes ahí colgando entre las piernas es tu trapito y esto que tengo aquí es una lavadora... ¡Y tú debes lavar ese trapito en esta lavadora! Ese día y los siguientes cinco días con sus noches Tarzán estuvo lave y lave? y cuando Jane logró respirar le dijo: - ¡Mira, Tarzán, la lavada del trapito no puede ser tanta ni tan seguido, porque se te puede gastar! Con aquel comentario, el Hombre Mono se apartó un poco de Jane. Pero, después de pasar un mes sin que éste usara la lavadora, Jane, extrañada, le preguntó preocupada: - Tarzán, ¿qué te pasa? ¿Por qué no has querido usar más mi lavadora? -¡Es que Tarzán aprender a lavar a mano!
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