Las suegras y el internet | |||
No pude soportar que mis amigas se intercambiaran sus direcciones de e-mail como antaño lo hacían con las recetas de cocina. Y yo fuera del circuito. Así que, finalmente... ¡me compré la computadora! Cambié el interlock por la internet. El chapar por el chatear. La hernia de disco por el disco rígido. El tic nervioso por el doble click. La medibacha por la multimedia. En lugar de engordar... me maximizo. Vivo pendiente de los e-mail que pudiera recibir. Padezco una compu-dependencia compulsiva. Pero, al menos, mejoré la relación con mi nuera y con mi hijo. Con ellos me comunico a través de los mail. Y ya no corro el riesgo, el peligro, de despertarlos con mis llamadas inoportunas, ni de respuestas desganadas, apuradas o agrias. No me entero si, al leer el mail, mi nuera dice: "qué divina es tu mamá, nos mandó un mail, ya se lo estoy contestando!!". O dice: "Otra vez tu vieja hinchando los Web. Contestáselo vos, que para eso es tu madre". Y si no me responden pronto, no me corto ni las venas ni los cables. Tampoco se me cae la moral. Sólo pienso que se les cayó el sistema... | |||
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