Gato angora | |||
Un hacendado se va por negocios a la ciudad por dos semanas, y deja todo al cuidado de su capataz. -Ya sabes, cuida bien todo, no vaya a pasar algo. -No se preocupe patrón, que nada va a suceder. -No sé, es que tú eres bien bruto. Dos semanas después vuelve el hacendado. -Y, Cholo, ¿Alguna novedad? -No patroncito, nada ha pasado. -¿Estás seguro? Que tú eres medio bruto. -Bueno, ahora que lo dice, sí pasó algo, se murió su gato. -¡Mi gato de angora! ¿Cómo que se murió mi gato? -Se murió de indigestión. -¿Cómo que de indigestión? Si sólo comía atún y caviar. -Es que comió carne de caballo. -¿Qué caballo? -Su caballo pues patrón, es que se murió y había que aprovechar la carne. -¡Bruto! ¿Qué pasó con mi caballo de paseo? -Se murió del esfuerzo. -¿Qué esfuerzo? -Pues de cargar agua. -¡Agua! ¿Para qué? -Para apagar el incendio. -¿Qué incendio? -El de su casa, pues. -¿Mi casa de campo? ¡Qué le hiciste a mi casa! -Nada, se quemó por la vela. -¿Qué vela? -La del velorio de su esposa. -¡Mi esposa infeliz! ¿Qué le pasó? -Se murió de la impresión. -¿Qué impresión? -¡Sí! De la impresión de ver a sus hijos ahogarse. Y el hacendado le empieza a retar al capataz cuando éste suplicando dice: -¡Ya no más! ¡Ya no más patroncito! De haber sabido que se iba a poner así, no le contaba lo del gato | |||
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